De vez en cuando en nuestras vidas se nos presentan oportunidades inesperadas, como también existen algunas oportunidades que esperamos con muchas ansias pero a veces no son lo que creemos. Esta vez me tocó vivir una experiencia que sin buscarla o esperarla fue muy grata y de mucho aprendizaje.
Hace un tiempo el director del colegio donde trabajo me hizo una invitación para participar de un curso llamado “Dicho al Hecho”. Antes de iniciar con esta experiencia lo primero que me vino a la cabeza fue que ese curso debía tener relación con la popular frase “del dicho al hecho hay mucho trecho”, entonces pensé que seguro iban a referir temas que debemos no solo enseñar a nuestros estudiantes sino también aplicarlos en nuestro día a día.
Una vez iniciado el curso nos brindaron un cronograma no muy alentador, pues eran varias
horas y por la noche, esto era una dificultad para mi debido a mis otras actividades. En la primera sesión nos explicaron que lo que busca el curso es empoderarnos como docentes en temas de igualdad y equidad de género. Nuevamente una idea se me vino a la mente “Seguro que esto se va referir a temas relacionados a la violencia contra la mujer y cómo evitarla”. Una vez más no atiné.
Conforme se desarrollaba el curso me di cuenta de que todo iba mucho más allá de lo que había pensado, de que hablar de género no sólo se trataba de las mujeres sino también de los varones, de los roles, su desarrollo y desenvolvimiento y de la importancia de cada uno de ellos en nuestra sociedad. Además, comprendí que el enfoque de género debe ser transversalizado en todas y cada una de las áreas que se dictan en los colegios, universidades, institutos y otras entidades donde se educa a las y los estudiantes de diversas edades.
Realizamos actividades diversas, empezando cada sesión con un rompe hielo. Uno de ellos consistió en manifestar a través de un dibujo o pregunta un sentimiento o pensamiento sobre un tema en específico, también vimos videos que nos hicieron reflexionar. Hubieron algunas actividades grupales que particularmente me agradaron bastante, pues trataban de reunir diferentes puntos de vista, anécdotas y reflexiones que nos permitieron caer en cuenta de que algunas de nuestras formas de pensar son influidas por estereotipos, mitos y patrones de comportamiento completamente errados que aún aplicamos en nuestra vida y que están mal. Una de esas reflexiones fue cuando tuvimos que describir lo que la sociedad espera de las mujeres: me sirvió para comprender que “ser buenas madres y buenas esposas” y que como mujeres tenemos que “entrenar” para cumplir esa supuesta meta de vida, en realidad no es una meta que todas las mujeres tienen, sino que es impuesta por costumbres que nunca fueron cuestionadas.
Hoy, después de esta experiencia, me invito a diario a pensar en que debemos dejar de repetir patrones de comportamiento que someten a varones y mujeres a tener cargas de responsabilidad que quizás ellos y ellas no quieren para su vida. Ahora sé que tenemos metas personales que no se relacionan sólo con nuestro desempeño en el hogar sino con nuestro desarrollo personal y profesional de acuerdo a nuestras aspiraciones individuales.
Visionaria me enseñó algo justamente acorde a su nombre, me enseñó a cambiar mi visión, a mejorar mi enfoque sobre lo que enseño y aplico todos los días de mi vida. Todo esto me ayuda a asumir retos y plantear diseños de estrategias de enseñanza que permitan enseñar con un enfoque de género en la institución educativa donde trabajo.
Gracias por todo e invito al resto de mis colegas a que participen de este gran reto de desaprender, que nos abre hacía una nueva perspectiva de vida e impulsa a seguir trabajando por una educación con enfoque de género.