Usualmente, al caer la noche, empiezan a rondar en nuestras mentes todas esas ideas, sueños, actividades, en general pensamientos a los que denominaré “cosas por hacer” y todas ellas nos embargan. Me embargan los sentimientos de decepción, pues son inmensas las expectativas que luego no se cumplen y, en vez de buscar otros medios para alcanzar nuestros propósitos, abandonamos la misión, nos rendimos.
Ya por la mañana, es un nuevo día y esas “cosas por hacer” regresan al rincón de donde salieron para dar paso a nuestra rutina. Desayunar, atender a los niños, ir a trabajar, dictar una clase. Y así, entre las tantas cosas que hacemos transcurre nuestro día y nuevamente cae la noche.
Hoy me entró la curiosidad, después de un día “habitual”, y me pregunté ¿Se puede estar motivado y positivo durante todo el año? ¿Realmente es posible?
Investigué, leí y miré videos para intentar responder estas preguntas y encontré que dicen que uno desea hacer cosas por alguna de estas razones: porque nos importan, nos gustan, son interesantes o forman parte de algo considerado importante.
Entonces, nuevamente me pregunté ¿Todas esas “cosas por hacer” realmente las deseo hacer? ¿Son importantes para mi? Descubrí que intentar investigar eso es cuestión del tiempo y las circunstancias, que más bien sería mucho más interesante centrar mis energías en todas esas actividades diarias que sin darme cuenta he mecanizado.
¿Qué tal si en vez de pensar en todas esas oportunidades que perdemos por no realizar esas “cosas por hacer”, empezamos a valorar todo lo que hacemos diariamente sin esperar recibir algo a cambio?
Como parte de mi investigación para escribir este artículo, descubrí dos nuevos conceptos que cambiaron la mirada que le daba a los días rutinarios: la motivación extrínseca y la motivación intrínseca. La primera se puede definir como aquella que viene de todas esas acciones que realizamos con el fin de obtener algún tipo de recompensa externa. La segunda es aquella que surge de todas esas acciones que la persona lleva a cabo por propia voluntad, inspiración y deseo. Nunca por obtener una mera recompensa externa.
Siendo consecuente con estos conceptos y con el aprendizaje que he obtenido al escribir este artículo, me atrevo a hacer hincapié en la importancia de valorar cada acción que realizamos motivados por el deseo de mejorar y por la satisfacción de hacer las cosas bien hechas.
Qué afortunados somos nosotros quienes trabajamos en educación, pues diariamente podemos ser gestores de acciones que influyan en el día a día de seres humanos. Empecemos a valorar sonrisas, iniciativas, elogios y la diversidad de opiniones. Hagamos que nuestros días estén llenos de ese componente mágico llamado motivación, pues en definitiva, ambos tipos de motivación pueden desempeñar un papel importante en la construcción del aprendizaje.
Entonces, si tuve tu atención por unos minutos, te invito a preguntarte ¿Estamos yendo por el camino correcto? ¿Qué tal si el lunes por la mañana abrimos la ventana del auto y dejamos que el aire se exprese en nuestro rostro? ¿Qué tal si al entrar al aula, invitamos a nuestros estudiantes a apreciar la manera en la cual el sol intensifica el color de las plantas? O sí antes de dormir, simplementente sonreímos por todo lo que fuimos capaces de hacer el día de hoy. Somos inmensamente capaces de realizar cada cosa que deseamos, y definitivamente lo que se hace de corazón, lo disfrutamos doblemente.
“Creo que fue en ese momento cuando decidí que ser bueno en algo no significa que tengas que hacerlo” – Mitch, Película “Dumplin”, 2019