“En la vida uno avanza, permanece en el mismo sitio o retrocede. El objetivo deber ser, por supuesto, progresar”
Inicio el presente artículo citando la frase anterior porque como educador, soy testigo de los avances y retrocesos, de progresos y estancamientos de los estudiantes. Ello me ha llevado a preguntarme: ¿Qué es lo que impulsa a los estudiantes a avanzar y progresar en sus aprendizajes, en sus metas y aspiraciones?
Para dar respuesta a ésta interrogante, ciertamente, existen múltiples factores que influyen en el avance y en el progreso que cada estudiante puede tener. Entre estos factores, y por experiencia propia sé que es uno muy importante, voy a hablarles sobre el lenguaje positivo, que lo vengo impulsando en las aulas a través del “Club del Pensamiento Positivo”.
Me refiero a lenguaje positivo cuando utilizamos todas esas palabras, frases, mensajes e historias que transmiten fe, esperanza, optimismo, valentía, capacidad de iniciativa, perseverancia, superación, tolerancia, integridad, amabilidad, empatía, motivación, gozo, fortaleza, alegría, positivismo y resiliencia, entre muchas otras.
Goethe decía: “Trata a una persona tal como es, y seguirá siendo lo que es. Trata a una persona como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser”.
Para ello, es fundamental comprender que las palabras tienen poder. Por medio de la palabra acompañado del ejemplo, un profesor puede guiar a sus estudiantes a convertirse en lo que pueden y deben ser. Cuando el profesor dice a un estudiante “¡Puedes hacerlo!” genera en él una herramienta de auto-motivación para lograr hacer lo que a un inicio le parecía muy difícil conseguir, ya que le brinda la seguridad de que hay alguien más que no solamente confía en él, sino que lo anima en el proceso.
Un amigo mío siempre me decía “¡Tú eres lo que piensas!” Y en ese sentido, es importante preguntarse ¿Qué pienso yo? ¿Pienso de manera positiva o negativa?
Reconozco que pensar de manera positiva es mucho más beneficioso que pensar de forma negativa; por lo tanto, sé que si los pensamientos de un niño o niña, de un joven o señorita es la de un triunfador o triunfadora se va a trazar una meta, diseñará un plan y será una persona dispuesta a esforzarse para lograrlo. Las personas visualizan lo que desean alcanzar: lo ven, lo sienten, lo experimentan antes de hacerlo realmente. Empiezan con un objetivo en mente y se motivan a actuar de tal forma que, lo logran. Con el tiempo, el ejercicio y el hábito, estos pensamientos se convierten en dominantes, radicando ahí la motivación para sacar de cada día, de cada clase, de cada acontecimiento, lo mejor.
Pero, ¿cómo logramos que nuestros estudiantes tengan un pensamiento positivo, si viven en un entorno muchas veces negativo? Les comparto algunas de las actividades que ayudan a desarrollar el pensamiento positivo y que las trabajamos en el “Club del Pensamiento Positivo”:
- Leer e interpretar historias inspiradoras.
- Identificarse con una persona sobresaliente, un lema u otro símbolo que resulte significativo para los estudiantes.
- Escribir poemas de auto-motivación y auto-superación.
- Que cada participante tenga un diario. En el Club del Pensamiento Positivo lo llamamos “El Cuaderno de la Superación”.
- Realizar visitas de fortalecimiento a las familias de los estudiantes, pues hemos visto que si las familias son fuertes y unidas, los hijos demuestran mayores niveles de bienestar y confianza en sí mismos.
- Programar actividades que permitan a los estudiantes ser solidarios, cooperativos, empáticos, perseverantes y agradecidos, teniendo la oportunidad de desarrollar estas cualidades.
- Incentivar los logros que va alcanzando cada uno de los integrantes del Club.
- Meditar y visualizar.
- Por supuesto, utilizar siempre un lenguaje positivo, tanto en la escuela como en la casa.
Aristóteles decía “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito”. Entonces, si la inspiración y el entusiasmo son el alma de una institución educativa, ésta se extingue si no la alimentamos con “nutrientes mentales”. Es necesario por tanto, nutrir a nuestros estudiantes día a día con un lenguaje positivo de forma que se convierta en un hábito que sea favorable para el desarrollo de la excelencia personal y para despertar una mentalidad de superación. Convencernos nosotros mismos de que sí se puede lograr un cambio, de que poseemos capacidades y competencias para lograr ser mejores estudiantes, profesores, padres, ciudadanos, autoridades.
Gandhi decía:
Vigila tus pensamientos porque se convierten en palabras.
Vigila tus palabras porque se convierten en actos.
Vigila tus actos porque se convierten en hábitos.
Vigila tus hábitos porque se convierten en carácter.
Vigila tu carácter porque se convierte en tu destino.
Nuestros pensamientos se ven reflejados entonces en nuestras palabras, nuestros actos, hábitos y formas de vida. En nuestros estudiantes, también se ve reflejado en sus actitudes, en sus logros de aprendizaje, en la manera de afrontar las diversas situaciones por las que atraviesan. Es importante también estar atentos a su diálogo interior, que son las conversaciones que tienen consigo mismos, pudiendo ser positivas o negativas. Si un estudiante tiene un diálogo interior positivo, podrá reconocer y decirse a sí mismo lo valioso que es, y ante cualquier dificultad o tropiezo, caídas o errores, tendrá el valor de levantarse y aprender del error.
En tal sentido, utilizando un lenguaje positivo en las aulas, se puede transformar la vida de los estudiantes, repercutiendo esto en su capacidad de confianza y en su capacidad de llegar más lejos y de dar lo mejor de sí mismo. Esto lo demuestra el estudio que realizaron Rosenthal y Jacobson sobre el efecto Pigmalión, en el cual se confirma que las expectativas del profesor repercuten directamente en el desempeño de los estudiantes. Si alguien nos valora, nos anima y considera que somos capaces de alcanzar determinadas metas, impulsa la creación de las creencias potenciadoras, es decir, creencias positivas acerca de nosotros y nuestra capacidad, lo que aumenta nuestro rendimiento.
El Proyecto Educativo “Club del Pensamiento Positivo” trabaja en base a 5 estrategias que buscan instaurar el lenguaje positivo tanto en las aulas como en la vida diaria de la familia y de la sociedad, pues escuela, familia y sociedad deben estar de la mano para educar integralmente. Las estrategias son las siguientes:
1.- Las visitas de fortalecimiento realizadas a las familias: “Cuando las familias son fuertes y estables, también lo son los niños que muestran mayores niveles de bienestar y resultados más positivos”. En estas visitas seguimos un protocolo que hemos diseñado, de tal forma que exista la participación activa de los integrantes de la familia, los niños y niñas, docentes y personas que acompañan en la visita.
2.- El Cuaderno de la Superación: es un material educativo elaborado e implementado por el “Club del Pensamiento Positivo”. Es un cuaderno práctico en el cual, a manera de diario personal, propone una serie de ejercicios sencillos para centrarnos en nuestras cualidades positivas y desarrollarlas para vivir una vida personal, escolar y familiar más satisfactoria y productiva.
3.- Los talleres con toda la comunidad educativa: se desarrollan con la intención de proveerles de herramientas que les ayuden a gestionar sanamente los conflictos cotidianos, así como a cuidar el bienestar propio y el de los hijos y estudiantes.
4.- Motivar la práctica de la solidaridad y la moralidad en la comunidad: buscamos que los niños y niñas participen en acciones que promuevan el bienestar común, donde propongan y gestionen iniciativas vinculadas con el interés común y con la promoción y defensa de los derechos humanos y la ayuda humanitaria tanto en la escuela como en la comunidad, en la que se manifieste además un punto de vista frente a situaciones de conflicto moral, en función de cómo éstas nos afectan a cada uno y a los demás.
5.- La creación y difusión de material audiovisual: nos permite documentar y compartir todo el material producido y elaborado con el proyecto “Club del Pensamiento Positivo”, generando un uso adecuado a las TIC en el ámbito educativo a través de las principales redes sociales con el fin de difundirlas y sirva como referente para su réplica en otros contextos.
Para culminar, quiero expresarles mi profundo deseo que a todos nos vaya bien en lo que hacemos, que miremos de forma optimista y positiva la vida para que tengamos más probabilidades de que nos salga bien todo lo que nos propongamos en lo personal, laboral, familiar y profesional.
Utilicemos un lenguaje positivo, seamos escuelas positivas; y para muestra de su poder, finalizo con la siguiente historia, seguramente ya muy conocida por todos, pero que demuestra el poder que tiene el lenguaje positivo:
Un grupo de ranas iba atravesando un bosque y dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo. El resto de las ranas se reunieron alrededor del hoyo y, al ver que éste era muy profundo, les dijeron a las dos ranas que se dieran por muertas.
Las dos ranas ignoraron los comentarios y trataron de saltar con todas sus fuerzas para salir del hoyo, mientras que las demás continuaban diciéndoles que se detuvieran, que se dieran por muertas.
Finalmente una de las ranas se dio por vencida, haciendo caso a las demás. Se dejó caer al suelo y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como pudo, mientras que las otras ranas le gritaban que no sufriera intentando salir y que se dejara morir.
La rana saltaba más y más fuerte, hasta que logró salir. Esta rana era sorda. Por eso, ella había pensado en todo momento que sus compañeras la animaban a salir.
Dios bendiga a cada uno de ustedes y que siembre digamos ¡Sí se puede! Tal como lo digo en mi libro: Estoy aquí para decirte ¡Sí se puede!
José Luis Arista Tejada es docente y fundador del Club del Pensamiento Positivo.